viernes, 9 de agosto de 2013

No Hables con ligereza



Mateo 12:31-32
Por eso os digo: todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada.
Y a cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este siglo ni en el venidero.

Estas palabras del señor Jesús, son de gran impacto y de tener muy en cuenta. No podemos dejarnos llevar por la emoción o el enojo y hablar ligeramente, o alocadamente.

No soy de las personas que se cambian de congregación por que las cosas me van mal, o por que no me gusta lo que hacen, pues siempre me fijo en lo que Dios quiere para mi, y cuando recién estaba en sus caminos, ya tenía entendimiento de lo que es el Discernimiento, aun que estaba comenzando apenas.

Recuerdo en una ocasión que empezaba a congregarme en un lugar nuevo, y el Pastor me entrevistó, pues siempre quería conocer a las ovejas que Dios le daba, cosa que muy pocos pastores hacen, me imagino por el tiempo o la poca organización; recuerdo que me escuchaba atentamente, y en aquel tiempo yo usaba gafas (anteojos), después de escucharme, me dijo, quítate las gafas, me miro, fijamente a los ojos y comenzó hablar; comenzó a relatarme muchas cosas de mi pasado, experiencias negativas que yo había olvidado, las trajo a mi memoria nuevamente, hasta me declaró mis pecados pasados, allí entendí que yo no andaba bien, pues la palabra de Dios es infalible, no falla. Dice “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas.” Entendí que tenía que nacer de nuevo, (muchos andamos mal pensando que estamos bien, y sólo por que nadie se atreve a confrontarnos), pero también pude percibir algo extraño en este hombre que servía a Dios, quería que yo llorara o gimiera por lo que él había declarado, y esperaba que me maravillara, aunque para mí esto era normal, ya había tenido experiencias sobrenaturales en Caracas, Venezuela.

No se por que sentía que no debía estar allí más, percibía algo en este hombre de Dios, y yo no soy de hablar así nada más, ligeramente como suelen hacer.

El horario de trabajo me complicó el asistir, y deje de ir. Más adelante me enteré que esta congregación cerró, el pastor tenía espíritu de adivinación, se la pasaba hablando de los pecados pasados de la gente, traía al recuerdo cosas que la gente había olvidado; y si hablaba de los que estaban mal en el Señor, también acusaba a los que se esforzaban por corregir sus errores, sacándole a relucir hasta los pequeños problemas familiares, en frente de la congregación; el amor que tenía empezó a desaparecer, su corazón se lleno de soberbia, y al soberbio Dios lo ve de lejos, ni le habla, sólo lo ve de lejos, esto quiere decir que está al pendiente de él, para ver si se arrepiente.

Este pastor violaba un principio sagrado de su sacerdocio, cuando una pareja de esposos, o algún hermano o hermana, le relataba sus problemas, de cualquier naturaleza, este hombre, sin mencionar a la persona, declaraba este problema abiertamente a la congregación, en sus prédicas. “La otra vez vino un hermano y me contó que…”, era su frase favorita.

Lógicamente las ovejas iban dejando el rebaño, poco a poco; pues no entendía él que la gente busca amor, no engaño.

La experiencia se volvió a repetir
Una persona fue tocada por el poder de Dios, y yo ya estaba firme en el Señor, y al conversar conmigo, solo pudo ver amor en mis ojos y nada de mi pasado, yo temía que tuviera el mismo problema que con el pastor anterior y declaraba en mi corazón “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas.”, pero no ocurrió nada desagradable, el Espíritu Santo actuaba poderosamente sobre esta persona.

Su amor se manifestaba sanando enfermos y liberando endemoniados, y como en el pasaje de Mateo, y aunque muchos le juzgaron y señalaron, terminó yéndose de la congregación. Pues le decían que tenía demonio, y muchos cayeron en blasfemia, y se preguntan por qué Dios no les responde sus oraciones. ¿Por qué Dios no me habla?, se preguntan.

Mateo 12:26
Y si Satanás expulsa a Satanás, está dividido contra sí mismo; ¿cómo puede entonces mantenerse en pie su reino?

Una gran evidencia, a la luz de la palabra es que una persona endemoniada no puede liberar a un endemoniado, pues si esta misma persona no tiene libertad, como puede liberar a alguien, ¿suena lógico verdad?

Debemos de tener mucho cuidado con nuestras palabras, no podemos hablar con ligereza, pues podemos caer en este tremendo error de entristecer el Espíritu Santo

Bendiciones



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